miércoles, 25 de junio de 2014

Jornada V. Interpretación del desenlace de Don Álvaro o la fuerza del sino - Examina la jornada quinta y trata de explicar el satanismo de don Álvaro y el de Don Alfonso que conducen al desenlace de la obra.

Satanismo en la jornada quinta:

Hay muchas referencias al satanismo en la jornada cinco, especialmente con respecto a Don Álvaro, pero también con relación a Don Alfonso (cuando se pelean). La primera referencia al campo léxico de satanismo aparece durante una conversación entre Hermano Melitón y Don Alfonso:


HERMANO MELITÓN
¿El gordo?

¿El natural de Porcuna?
No os oirá cosa ninguna, 1890
que es como una tapia sordo.
Y desde el pasado invierno
en la cama está tullido;
noventa años ha cumplido.
El otro es...
DON ALFONSO
El del infierno.
1895
HERMANO MELITÓN
Pues ahora caigo en quién es:
el alto, adusto, moreno,
ojos vivos, rostro lleno...
(de Rivas, D (1835))

 Don Alfonso describe Don Álvaro como "el del infierno", sugiriendo que es un demonio, o quizás que es un emblema de Satanás mismo. Hay un sentido de ironía porque están en un convento y Don Álvaro simula una figura sagrada. Luego Hermano Melitón le identifica como "alto, adusto, moreno...", que también es una descripción estereotípica de Satanás.

Hay otra referencia a Don Álvaro como el diablo cuando Don Alfonso insinua que es
"un monstruo", "un asesino", "un seductor", y "un infame"; otras palabras típicas que son asociadas con Satanás.

























Más tarde, Don Álvaro dice algo que crea un vínculo entre los conceptos del destino y el infierno:




¿De nuevo el triunfo asegura
el infierno, y se desploma
mi alma en su sima profunda?
¡Misericordia!
(de Rivas, D (1835))

Esto da un aspecto moralizador a la obra porque sugiere que el destino de una persona que comete un crimen 

contra la humanidad (como el asesinato) convierte en ser vinculado al infierno para siempre. No es posible
escapar a la justicia religiosa.



Otro aspecto importante es la repetición incesante de la palabra "infierno", especialmente cuando Don
Alvaro dice:



DON ÁLVARO.-   (Saliendo con DON ALFONSO.) 
¡Voy al infierno!
(de Rivas, D (1835))

Es como una profecía que por su propia naturaleza contribuye a cumplirse y este momento presagia su muerte inminente.


Hermano Melitón intenta avisar a los dos hombres que sus acciones solo van a provocar el dolor,
el sufrimiento y el castigo, pero no le escuchan; están totalmente resueltos en violencia, como "demonios":



HERMANO MELITÓN
¡Hola..., hermanos..., hola!... ¡Digo!...
No lleguen al paredón,
miren que hay excomunión, 2120
que Dios les va a dar castigo.
 (Vuelve a la escena.) 
No me oyen, vano es gritar.
Demonios son, es patente.
Con el santo penitente
sin duda van a cargar.
(de Rivas, D (1835))

Hermano Melitón menciona la excomunión; esta falta y pérdida de Dios representa la desesperanza de la
 situación Don Álvaro y anuncia su muerte muy profano (su suicidio).

Don Alfonso solo quiere la venganza y aparece como un demonio implacable porque no escucha la lógica y
la razón:

DON ÁLVARO


(Volviendo al furor.)

¿Eres monstruo del infierno,
prodigio de atrocidades? 2265

DON ALFONSO

Soy un hombre rencoroso
que tomar venganza sabe.
Y porque sea más completa,
te digo que no te jactes
de noble... Eres un mestizo 2270
fruto de traiciones.
(de Rivas, D (1835))

Finalmente, Don Álvaro, en su desesperanza, pierde el control y dice:


 DON ÁLVARO

 (En el extremo de la desesperación.) 
Baste.

¡Muerte y exterminio! ¡Muerte
para los dos! Yo matarme
sabré, en teniendo el consuelo
de beber tu inicua sangre. 2275
(de Rivas, D (1835))

En su estado histérico, menciona bebiendo el sangre de Don Alfonso, lo que evoca un sentido fuerte de
satanismo.

Después de herir fatalmente a Don Alfonso, dice:

DON ÁLVARO.-   (Aterrado.) 
 Estoy manchado de sangre, estoy irregular...
Pedid a Dios misericordia...
(de Rivas, D (1835))

La palabra "manchado" tiene un efecto muy poderoso porque sugiere a los espectadores que, a partir de

este momento, Don Álvaro no puede regresar una vida normal; es manchado por el sangre de demasiados
víctimas y ahora todo el mundo sabrá que es un monstruo. Sin amante, sin amigos, sin Dios, Don Álvaro ve
una opción sola: el suicidio.

(DON ÁLVARO vuelve en sí y luego huye hacia la montaña. Sale el PADREGUARDIÁN con la comunidad, que queda asombrada.)

 
PADRE GUARDIÁN.-   ¡Dios mío!... ¡Sangre derramada!... ¡Cadáveres!... ¡La mujer penitente!



TODOS LOS FRAILES.-  ¡Una mujer!... ¡Cielos!



PADRE GUARDIÁN.-  ¡padre Rafael!



DON ÁLVARO.-   (Desde un risco, con sonrisa diabólica, todo convulso, dice.) Busca, imbécil, al padre Rafael... Yo soy un enviado del infierno, soy el demonio exterminador... Huid, miserables.



TODOS.- ¡Jesús, Jesús!
DON ÁLVARO.-  Infierno, abre tu boca y trágame! ¡Húndase el cielo, perezca la raza humana; exterminio, destrucción...!  (Sube a lo más alto del monte y se precipita.) 



EL PADRE GUARDIÁN Y LOS FRAILES.-    (Aterrados y en actitudes diversas.) ¡Misericordia, Señor! ¡Misericordia!






(de Rivas, D (1835)) 

En los momentos antes de su muerte, Don Álvaro apenas es reconocible, y con "sonrisa diabólica" dice
que es un "enviado del infierno", "el demonio exterminador". En este momento, es claro para el auditorio
Don Álvaro no puede ser salvado; le volvió loco el remordimiento de haber matado a tantas personas
inocentes y es convencido que es un diablo del infierno. Es la presencia fuerte del satanismo contra la religion
que le obliga a suicidarse.


http://www.koanicsoul.com/blog/wp-content/uploads/2012/11/Fallen-693279.jpeg

Bibliografia:

de Rivas, D (1835). Don Álvaro o la fuerza del sino. Madrid.
































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