Primeramente, hay la representación del poder y de la crueldad de la iglesia católica bajo Franco. El personaje de Sor, una monja muy violenta, representa como las figuras religiosas en posiciones de poder han maltratado a los niños abandonados (que tienen padres que han sido fusilados, que han sido secuestrados o que han venido de la calle) durante la Guerra Civil. Por ejemplo, cuando grita:
(Con voz cavernosa y aterradora...) "Y en las llamas del infierno os habéis de condenar. Ja. ¿Y qué es el infierno? Pues el infierno: una sima hondísima llena de llamas y, en ellas, están los demonios y condenados revolviéndose y entrechocándose en horrible revoltijo, como los garbanzos del cocido hirviendo en la olla. Allí estaréis quemándoos eternamente, sin morir jamás, porque la justicia de Dios así lo exige." (Ripoll, L. 2010, pagina 53)
Esto refleja la manera en la que las iglesias utilizaban la amenaza del infierno para crear el miedo entre la gente, empleando las imágenes muy violentas. El uso de símiles ("como los garbanzos") y de metáforas ("una sima hondísima llena de llamas") crea una imagen aun más poderosa y siniestra.
Luego, hay la idea del poder de los vivos (Tuso) sobre los muertos. Una vez que los niños descubren que son fantasmas, que solo forman parte de la imaginación de Tuso debido a sus sentimientos persistentes de remordimiento, quieren ser "libres" para obtener la paz, y solo es Tuso que tiene el poder para liberar a los niños por abrir la puerta del desván. Es una metáfora para la memoria de todas las atrocidades que ha enfrentado España durante la Guerra Civil; Laila Ripoll sugiere que tenemos que aceptar y reconocer lo que pasó, para ser capaz de lamentar nuestras pérdidas y después, finalmente, ser capaz de proseguir con la vida. Y aunque al principio Tuso tiene mucho miedo de la monja "lívid[a], con los ojos fuera de las órbitas" (Ripoll, L. 2010, pagina 105), cuando descubren que está muerta, una fantasma, derrota su miedo para abrir la puerta, destruyendo el sentido de terror asociado con la sor monstruosa.
El uso de violencia en los juegos de los niños, cuando imitan las acciones de sus abusadores, crea un tipo de metateatralidad alarmante que demuestra de manera mucho más desgarrador (con niños) como ha sufrido la gente de España durante este periodo espantoso. También tiene que considerar la violencia en las imágenes creadas por sus juegos de reconstrucción de memorias. Por ejemplo, cuando Cuca juega a los trenes:
Cuca Chaca-chaca-chaca-cham. Y mi mama gritaba: "¡Mi niño, mi niño, que no se lleven a mi niño!" Y pasaban los días y las noches... Olalla se murió y olía muy mal. Luego se murió Antón, entonces olía peor.
(Ripoll, L. 2010, pagina 80)
Esta imagen dolorosa de niños y de la muerte simboliza el sufrimiento de la gente de España durante la Guerra Civil. El uso de dos sentidos (los de vista y olfato) provoca una imagen más pavoroso y fuerte.
Cuca Chaca-chaca-chaca-cham. Y mi mama gritaba: "¡Mi niño, mi niño, que no se lleven a mi niño!" Y pasaban los días y las noches... Olalla se murió y olía muy mal. Luego se murió Antón, entonces olía peor.
(Ripoll, L. 2010, pagina 80)
Esta imagen dolorosa de niños y de la muerte simboliza el sufrimiento de la gente de España durante la Guerra Civil. El uso de dos sentidos (los de vista y olfato) provoca una imagen más pavoroso y fuerte.
Luego hay la representación de la violencia contra los amigos en tiempos de desesperación. Por ejemplo, cuando Marqués pierde la paciencia con Cuca:
Marqués ¡La culpa de todo la tiene éste por meón!
Cuca ¡Que me lleva el aire!
Marqués ¡Meón, jodío meón!
Empieza a dar bofetadas a Cucachica sin ningún control. (Ripoll, L. 2010, pagina 107)
Aquí, Ripoll muestra que a veces la violencia viene del miedo y que aun puede tener el poder de provocar amigos a volverse en contra uno al otro.
Marqués ¡La culpa de todo la tiene éste por meón!
Cuca ¡Que me lleva el aire!
Marqués ¡Meón, jodío meón!
Empieza a dar bofetadas a Cucachica sin ningún control. (Ripoll, L. 2010, pagina 107)
Aquí, Ripoll muestra que a veces la violencia viene del miedo y que aun puede tener el poder de provocar amigos a volverse en contra uno al otro.
Bibliografía:
Ripoll, L (2010). Los niños perdidos: KRK Ediciones.
un buen teatro
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