El monólogo de Don Álvaro de la jornada III - sus sentimientos, y cómo averigua Don Félix / Carlos la verdadera identidad de don Fadrique / Álvaro y el procedimiento dramático.
La escena tiene lugar en Veletri, Italia, después Don Álvaro mató al Marqués en un accidente terrible y tuvo que huir de España. El autor nos ofrece el monólogo de Don Álvaro, en el que se emplea una gran variedad de técnicas lingüísticas para explicar eficazmente sus sentimientos:
DON ÁLVARO |
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La mezcla de exclamaciones y adjetivos negativos y melancólicos crea un ambiente muy pesimista, enfatiza el sentimiento de desesperación y lamenta la idea que la vida es tan frágil y breve ("¡Qué carga tan
insufrible... que nace en signo terrible!", "¡Qué eternidad tan horrible...!").
También hay la personificación del tiempo para demostrar más a fondo la soledad de Don Álvaro:
"¡qué calabozo profundo | |||
para el hombre desdichado | |||
a quien mira el cielo airado | |||
con su ceño furibundo!" |
Aun el cielo es feroz y lo juzga y por eso no puede encontrar solaz ni en la naturaleza ni en las personas... es completamente solo. Quizás el ceño furibundo del cielo es un reflejo de la sociedad que le culpan de la muerte del Marqués, y muestra que no puede huir de la mirada critica de la gente, aunque ha abandonado el país, y que siempre va a llevar los sentimientos de remordimiento de la muerte.
Pero hay una frase en particular que captura mejor ese sentimiento de soledad y depresión:
"¡desventurado de mí!,
pues cuando infeliz nací,
nací para envejecer?"
(de Rivas, D (1835))
pues cuando infeliz nací,
nací para envejecer?"
(de Rivas, D (1835))
Aquí, se revuelca en autocompasión y reflexiona sobre el sentido de la vida, sugiriendo que todo es inútil porque todo el mundo va a envejecer y morir al final. El sentimiento de la perdida de esperanza es muy fuerte en esta parte.
La personificación de la Muerte también destaca el sentido del destino; que todo lo que hace es sin propósito porque no puede cambiar ni el futuro ni el pasado:
"Fortuna hubiese fijado, | ||
¡cuán pronto muerte precoz | ||
con su guadaña feroz | ||
mi cuello hubiera segado!" |
Lo mas deprimente aparece en forma de una metáfora:
"con tan contraria Fortuna,
que una cárcel fue mi cuna
y fue mi escuela el desierto."
(de Rivas, D (1835))
que una cárcel fue mi cuna
y fue mi escuela el desierto."
(de Rivas, D (1835))
lo que subraya que fue condenado del principio y que fue destinado al fracaso.
Al inicio, Don Álvaro y Don Carlos no saben la identidad verdadera uno al otro, y se hacen amigos, después de que Don Álvaro salva su vida. Hay una presencia fuerte de ironía aquí, porque Don Carlos es lleno de gratitud y dice que le debe su vida ("Mi gratitud sepa, pues, a quién la vida he debido"), pero cuando abre la caja de Don Álvaro y descubre y confirma su identidad verdadera. Luego, el sentido de ironía se intensifica cuando Don Carlos ayuda a Don Álvaro a recuperarse para que pueda retarle a una pelea, porque como resultado Don Álvaro se ve obligado a matarle a pesar del hecho que le tiene cariño. Este acontecimiento crucial aumenta intensamente sus sentimientos de culpa y provoca su elección de aislarse de la sociedad por hacerse fraile, viviendo en el Convento de los Ángeles.
Bibliografia:
de Rivas, D (1835). Don Álvaro o la fuerza del sino. Madrid.
Bibliografia:
de Rivas, D (1835). Don Álvaro o la fuerza del sino. Madrid.